ella me acariciaba con cuchillos y luego saltaba como un pájaro de un miedo al otro así iba la muerte enamorada de mi vida con sus zapatos de lluvia dejando un rastro de ausencia igual al mío Mauricio Escribano Imagen Katia Chausheva
arranqué tu cadáver los ojos sin vida abiertos a la noche el tallo de tus huesos los bucles creciendo como flores de la muerte —ahora estás más sola— ni los cuervos azules comerán lo que queda de nosotros
hay un mar a orillas de tus pies allí pesco la luna con cada palabra que enciendo dejándola arder en tu boca de eso se trata el amor de embarcarse errante en la noche y con las sabanas a flote navegar tu cuerpo sin brújula Mauricio Escribano Imagen Sara Robin
sobre este umbral ‹‹estar›› no es ‹‹estoy›› nadie me ve aunque me vean guardé mi voz en el cajón de los cubiertos donde también junto monedas estar a medias es como flotar como abrir una lata de peces rojos y comerse el mar sin siquiera saborearlo siento que alguien me habla sus palabras zurcen bosques que están en otro lado barcos que encallan en lejanas pupilas mendigos profetizando el fin del mundo justo ahí donde estoy yo a metros de un ángel solitario
que triste domingo de sol todo se volvió anaranjado busco mis ojos estarán escondidos en el patio de ahí viene ese olor a humedad a desinfectante a cuero rancio sostengo mi cabeza entre las manos porque hoy es domingo y mi cuello no quiere trabajar ¿dónde estarán mis ojos? ¿cómo es posible que aún pueda ver desde estas cuencas vacías? y que encima esté llorando
detrás de esta casa corre una ruta aquí los libros tienen ojos los helechos trepan las paredes y la muchacha es inocente la luz le entra por la boca cuando ríe a veces los pájaros se lastiman contra las ventanas no le importa sentirse mal repito la muchacha es inocente tiene una mano de cobre bajo la axila y la otra hendiendo su entrepierna ella sabe que estoy acá mirándole los dientes mientras le tuerce el cuello a una paloma temblorosa porque sangra en primavera escuchándola en las noches vagar en soledad como una niña nocturna repito no le importa sentirse mal ella sabe que estoy acá mi tarea consiste en ser el hombre de su casa
de alguna manera el agua sentirá si llueve como dos que lloran se oyen en los ojos la profundidad nunca está en otra parte ahí donde estás esperándome yo te espero a vos Mauricio Escribano Imagen Diane Powers
ella me espera despierta no porque sea incrédula sino porque hay un sueño entre nosotros cada vez que vuelvo desandando mis pisadas ya más cerca del cansancio la noche me espera despierta como una fotografía como un espejo negro como un interrogante Mauricio Escribano Imagen Katia Chausheva
asomará la siembra despertará sobre el campo alguien cortará sus membranas hay un anhelo voraz en el que escarba una insistencia en el adentro con los dientes clavados en el corazón alguien juntará los retazos de las horas alzará la luz desmayada quedarán los muñones en la tierra llegarán bandadas de pájaros y otra vez la muerte será palabra santa Mauricio Escribano Imagen Laura Makabresku
alguna vez fui joven pero aún no sé quién talla el aire ni si es preciso saberlo sólo un niño a esta altura se arriesga a lo intangible cuando apenas es tiempo de mirar a los pájaros de ver un río de encontrar un amigo en nuestras propias cavidades o de comer un tomate mientras nos disolvemos en la transparencia del aire con lo poco que sabemos de nosotros mismos Mauricio Escribano Imagen Analía Manetta
yo me subí a mis huesos para verte y vi que andabas sola y bella en tú delirio de láminas azules mordías un pan tibio como una bestia honrada y te llevé conmigo dentro de la noche con tus agujas tristes hacia la boca de los pinos ibas coronada de vocales hechizadas tus vértebras serenas por hondas galerías de glicinas de algún modo yo dejaba que te vayas con mis ojos lejos de mí de mí impulso de nombrarte no quise acostumbrarte al rumor oscuro de mi sangre ni a mis fósforos de pensativos resplandores pero te di una piedra verde y un resto de esperanza y te di una luz caliente que bebiste de rodillas dejando tú contorno entre la hierba Mauricio Escribano Imagen yigituygur
la noche atragantada el vaso una fotografía la sangre bajo llave un pie dentro del agua alguien lleva su maleta cargada de distancia alguien huye de su sombra una sombra que se agranda y le pisa los talones están los que se fueron a formar pareja con la niebla están los que no vuelven al amor y están los que se imponen los que insisten aún en el cuadrante del olvido estoy yo traspasado por los astros bajo otro cielo raso filosofando con la mancha de humedad y la telaraña tan lejos de tus uvas sensitivas del sudor preescolar de tu cintura donde hacías contacto con los grillos de tus piernas retenidas por mis brazos antes de ensuciarte toda salpicándote de mí desde una torre donde un santo se flagela así de serio sobre el ala de febrero sabiendo que vos fuiste mí hipnótico racimo no lo olvides como nunca estoy pensando en estar triste esperando inútilmente que tu boca me lo impida Mauricio Escribano Imagen Kristamas Klousch
noto la espuma ocre del arroyo la tierra hecha con pieles de bisonte busco algo pequeño en lo alto de las piedras un puñado de niñez un aceite de canela una matita de flores que cuidar como una herida el agua entreabierta refleja aves profundas sus picos gotean sin embargo todo es nada si no veo mis ojos cuando miro si no sé que a mí me miro cuando veo Mauricio Escribano Imagen Noelle Buske
golpeado por el viento el cerebro musculoso las palabras insensibles anestesia la piel roja llaga corazón de plano cerveza consejera desilusión de mí mismo ojos duros cuerpo rígido insensible lastimado ojos sucios Mauricio Escribano Imagen Hélène Desplechin
hace mucho que llueve van a ser como mil lluvias pero no me expliques nada yo me doy coraje a la intemperie y me tiendo en algún lado a esperar que pase la tormenta esa lluvia inoportuna esa nube en tu pestaña Mauricio Escribano Imagen Marat Safin
aún puedo montarte en el viento llenarte de rabia morderte el silencio aún mi lengua se adentra furtiva en tu boca dormida robándote el sueño Mauricio Escribano Imagen Marat Safin
anduve por la feria te compré flores azules de tallos sumisos hilos ovillados como gatos recorrí todos los puestos hasta dar con un corpiño que soñaba con tus pechos también traigo cerezas que se agrandan en tu boca un vino añejado en el sótano de un bosque una baguete y un queso rancio me duele haber tenido que dejar algunas cosas la espuma para el baño y una caja con antiguos abalorios es que el dinero ya no alcanza para nada aunque digan que el amor no tiene precio Mauricio Escribano Imagen Marat Safin
voy a quedarme así borracho y pensativo al borde de tus ojos ahora entiendo a Modigliani yo tampoco encuentro el modo de decir lo que en tus ojos me cautiva quizás sea que reflejan mi ceguera o que parecen decirme dulcemente como una cosa seria —por favor dibújame un cordero— enciendo otro cigarro y sigo acá empuñando el ánfora del rimel caminando tus pestañas de callados azabaches no es posible musitar el secreto de una runa o la calma de la hierba las palabras morirían hay tanto que decir y de tus ojos casi nada lo cierto es tu pureza sólo puedo acurrucar la luz del infinito en una gota de rocío y mencionar esa nostalgia que me imanta a tu mirada Mauricio Escribano Imagen Yigituygur
En el jardín de terciopelo y en la huerta. Donde aún brillan las joyas del rocío. Sólo el rosal y las verduras hablan con Dios bajo este cielo turbio. Trabajé duro. Arranqué piedras enormes de la tierra. Canté con mis manos de espaldas a un ángel que me odiaba. Vi crecer otras manos junto a las mías. Fui la sombra de ese ángel y la piedra que arrancaba. Te cuento esto. Porque toda labor terminó causando una abertura. Por donde vi pasar la muerte y sin embargo. En la misa de la muerte hallé la vida. Mauricio Escribano Imagen K.P
tu nombre andaba perdido siguiéndome por todas partes y tuve que llevarlo conmigo quizás un poco porque quise y otro poco de tanto nombrarte Mauricio Escribano Imagen Sara Robin
Viejos pies en tristísima marcha somos una línea que empezó en alguna parte. Dicen que venimos del agua que trepamos a la tierra como larvas amarillas. Que así fuimos creciendo sin pudor hasta crear al Dios de la vergüenza. La verdad nunca sobrevive. Quizás fuimos estrellas salvajes en la noche intacta. Dioses que al disfrazarse perdieron la memoria. Mauricio Escribano Imagen P. Correia
creo que me hundo en tu alma cada vez que me tapo hasta el cuello con sábanas viejas y doy brazadas para no extinguirme en el mar de un sueño que ya sólo es agua dormida entonces dejás bajo mi nuca otra noche incalculable porque tenes esa costumbre de dolerme despacito mientras me saludas desde los rincones más oscuros como si mi nombre fuera poco para tanto abismo