No sabía que al abrir la puerta me esperaban fiordos de mares indiferentes, ni que atravesaría bosques habitados por dioses desconocidos. No, la verdad es que ignoraba, que al dejarte atrás, la soledad sería un paisaje de gigantes, donde apenas me querías. Mauricio Escribano
Anoche nací de tus ojos. Me trajiste de un punto lejano, desde un grito caído en una calle cualquiera. Adivinaste mis pisadas. Recolectaste mis silencios, los llevaste a tus labios. Te repito. Anoche nací de tus ojos. Te vi llorar. Y en tu boca besé las palabras que ya no encontraba. Mauricio Escribano Imagen Helene Desplechin
ella me dijo que fue “así" y “así” y “así” … de hermosa! eso fue lo que me dijo lo otro que me dijo no fue dicho y es que ya no se siente "así" de hermosa pude haberle contestado —lo que pasa amor es que nunca te viste "tan hermosa" como cuando yo te amaba sin embargo me quedé en silencio es que a veces las palabras asoman de la muerte y ya estaba todo dicho sin decirle nada
La vi en la esquina de la Biblioteca. No, no la vi. Se me mostró que no es lo mismo. Tantas cosas para ver, y ella brilló como un relámpago. Porque quiso, claro. Desató su pelo de alas negras, y me asaltaron golondrinas en el aire. Si lo pienso, los dedos se me meten en los ojos. Yo era un ángel agotándose en el libro de otros besos. Ya estaba próximo. Y venía de recorrer un tiempo muerto. Por eso haciendo un ademán me señaló con su sonrisa. Quiso que me acerque a respirarla. Claro, que quiso. Recién entonces comprendí, que yo venía caminando de muy lejos. Sobre una linea en la palma de su mano. Mauricio Escribano Imagen Manuel Garcia Campos
Se han burlado de mi muda valentía, han dicho que era fácil treparse a un hongo de labio suave, que cualquiera estrella un beso contra un pájaro, y muerde peces rojos en tus pechos desbordados. Me acusan de haberte convertido en una lluvia imaginaria, andan en mi búsqueda, hablan de mi insomnio, y asan liebres en la noche, pidiendo tu piel nacida en marzo. Para ellos tengo trampas forestales, manos que doblegan maquinarias, oscuras luces de filo inmóvil, capaces de hacer tiempo como lobos en la sangre. Vienen por mí, pero quieren mi zafiro, la tinta de mi memoria tatuada en el vinilo de tu nuca, te quieren a ti, que te arrepientas hasta desnudarte, levantarán cruces, encenderán árboles, querrán quemarte sino renuncias a lo nuestro. Ya se construyeron hombros parecidos a los míos, fuegos surrealistas para que no me extrañes, te dirán que el amor es un hueso que sueña. Les dirás que soy un hombre solitario, que vivo al sur junto a la infancia, que se den prisa en volver entre tus cosas. Ellos no saben que yo aprendí de ti el arte de la magia, te verán niña, diles que te arranquen de mis ojos, que me caigan como bestias cuando duermo, que tu estarás a salvo si me matan. Se darán coraje mutuamente, apuraran el paso por vengarte, y cuando vengan, yo ya estaré llegando para calmar tu boca inmensa.
Me fui al salir la noche. Siguiendo un eco en el asfalto un sonido muerto ese rastro que dibujé en mi infancia por si acaso me perdía en el futuro. No agregué ni una palabra no me opuse a tu muro del lamento. Ya había llorado sin que arda tu cintura fugitiva. Y una vez desgastado mi cuchillo disputándote a otros hombres. Partí con el agua justo al pecho pasando noches por encima de un alambre. Sabiendo igual que te uniría la tristeza al coro de esas voces que yo había degollado. Mauricio Escribano Imagen Katia Chausheva
He estado tan distraído que se hizo invierno la noche y casi casi se me olvida que corresponde a las flores estar vivas mientras puedan. Así que tú mi amor disfruta las flores de la juventud mientras tengas primavera. Que no te toque mi suerte ni te devore la luna envejeciendo en mi nombre. Mauricio Escribano
dejó que me fuera no movió ni un dedo ni siquiera se mordió los labios mientras me alejaba y yo que orgulloso ya no me di vuelta de espaldas al viento me perdí a lo lejos como un barco en pena Mauricio Escribano Imagen Katia Chausheva
buscaba un galpón donde soldar las partes del miedo hasta crear una obra que nadie pudiera matar cuando vi una fruta haciendo malabares en un árbol y fue un presagio una sospecha color sangre abrí más mis ojos como para ver el lago de mis ojos abiertos y se escuchó un rumor de piedra contra piedra un aplauso de huesos en la oscuridad detrás de un telón iba tu boca en la cuerda floja de mi memoria y era un camino que agoniza si te marchas Mauricio Escribano Imagen Katia Chausheva
Quisiera saber si él te tuvo el día que yo me marché. Y si ese mismo día brindaste con él. Mientras me alejaba como un niño de la mano de tu ausencia. Mauricio Escribano Imagen Bairon Rivera
lo lento de los siglos asciende en la espuma del mar mi garganta es una piedra que ya habló hace siglos y tan sólo su voz aún perdura en la arena Mauricio Escribano Imagen Marta Navarro
Si lloviera ahora se te correría el rimel con mis lágrimas Te mojaría un —te amo— Y al salir a la calle tu recuerdo me mataría con balas de agua Mauricio Escribano Imagen Marat Safin
La otra mitad está en el espejo pero en el revés del espejo Donde la oscuridad se desnuda y el ojo es un cuchillo que nos ofrece la muerte Mauricio Escribano Imagen Antonio Palmerini
te veo dormida eterna en la penumbra sin dar pelea como si no quisieras volver del sueño toda vos desnuda deletreando la noche tus pezones indefensos custodiados por mis manos y sin embargo voy a comerme a Cristo en la iglesia de tus ojos beberte el corazón dejar flores en tus zapatos Mauricio Escribano Imagen Marat Safin
Ella llega puntualmente a la hora santa viene con el cielo entre las uñas a bailar abandonada ante mi puerta Yo abro como si abriera un cuaderno de hojas amarillas veo a la bailarina hacer la danza de lo incierto Y finalmente escribo el poema Mauricio Escribano Imagen Katia Chausheva
y qué es lo que vas a decir voy a decir solamente algo y qué es lo que vas a hacer voy a ocultarme en el lenguaje y por qué tengo miedo A.Pizarnik Imagen Katia Chausheva
no voy nunca al cementerio/para mí que los muertos están enterrados en el cielo/ aprendí que el borde de una tumba es una nube/ y la muerte un suspiro que alza vuelo. Mauricio Escribano Imagen Analía Manetta
se quema entre mis dedos. Dejo que se escabulla no es más que una muchacha de ojos asustados. Ya vienen las sombras como pájaros la noche a su modo arderá en sus propias luces. Yo tengo los ojos de un hombre que ha vuelto del fuego. Mauricio Escribano Imagen Helene Desplechin
Parecía que nadie más había hecho crujir las hojas numerosas de aquel bosque Ahí estaba abierto y derrumbado bajo un sol de sangre seca con un letrero que ya no dice nada Al fondo había estantes llenos de pájaros sombras chinas rondas de brujas y los dientes de un poeta que murió hace casi un siglo Me reconoció de inmediato quizá esperaba que yo vuelva a perderme buscando aquel juguete de la infancia Pero esta vez nos miramos seriamente riéndonos a carcajadas Mauricio Escribano Imagen Helene Desplechin
Parece que siempre será así la misma lluvia que nos parte al medio las mismas manos petrificadas el mismo miedo imprescindible para lo nuestro. Y por cada noche mojada encenderemos una vela. Pero jamás nos rendiremos a la lluvia. Mauricio Escribano Imagen Walter Daniel Fuhrmann
Quiénes preguntan quiénes quieren saber si he roto alambres o si he perdido mi cuchillo a la altura de otro invierno. Quién argumenta mis impulsos en noches de aguardiente a quién le importa si observo el mundo debajo de los astros. Este furor ha sido antes labio en la hierba pestaña y risa. Y su lenguaje legislaba precipicios bosques de azules transparencias. Quienes preguntan no ven que vengo de perderte que si te nombro me habré perdido. Mauricio Escribano Imagen Nishe
Ya hay un hombre que te puebla de sardinas de vinos colegiados a la hora de las brujas. Tendrá lo pulcro de tu sexo pero le ocultarás mis feroces dibujos en tu cara y el terrible altar donde nos volvíamos traslucidos. Sé cómo si engarzara un brillante que su mirada aún no te ha visto él sólo impone su voluntad desliza sus músculos se desvanece en lo inmóvil. Hasta el último futuro se aprende en el potrero y el ahora es una carta que aguarda ser abierta. Decide ¿De quién es tu dulzor la luz de tu nostalgia? Vos también sabes que aunque no nos quede nada dentro tuyo mi latido es incesante.
¿Cómo aún esta maldita voz me despierta en la mañana para decirme que no estás?... —...Ya más, amor. Tenes que comprender que para mí soportar mi soledad es confundirte con la muerte. ¿Qué hay allá dónde vivís ahora, amor? Una vez solté a mi ángel para que lastime a picotazos tu silencio. Nunca regresó, quizás este con vos en algún rincón quién sabe dónde. A veces cuando llevo un dedo a mi boca imagino (como si estuviéramos espalda con espalda) que vos haces lo mismo. Y estoy seguro que la causa de mi ansiedad se debe a las veces que esperas el colectivo y no llega. Después me obligo a pensar que estoy loco que vos estás en un lugar donde la hierba crece potentísima y la tierra es roja. Te veo tomando mate o bailoteando por un poema mío disparado desde un arco. ¿Quién será el arquero, amor? Tal vez el ángel no se ha ido de mi lado y recoge mis poemas para disparártelos. Quizás sea él quien me despierta en la mañana para decirme que no estás... —...ya más, amor. Mauricio Escribano Imagen Antonio Palmerini
la vi entre las flores efímeras en medio de un delirio sabiendo que se desvanecía cada noche acudía puntual al insomnio y éramos tan novios que el viento inclinaba tormentas sobre nuestras visiones ella me hincabas las uñas en nombre del desvelo y yo con los dientes levantaba su falda para darle la lluvia acaso por eso se quiso morir dónde el agua brillaba y yo quise al morirme con ella encontrarla de nuevo Mauricio Escribano Imagen Laura Makabresku